Para poder entender mejor el desarrollo de la inmunidad que se genera frente al virus del PRRS, es conveniente tener una idea general del funcionamiento del sistema inmunitario.
Desde un punto de vista académico, la respuesta inmunitaria se divide entre innata/inespecífica y adaptativa/específica, aunque en realidad deben considerarse como un único proceso continuo en el cual existen estrechas interacciones.
De forma breve, las principales diferencias entre la inmunidad innata y la adaptativa radican en tiempo, especificidad y memoria.
La inmunidad innata se desarrolla de forma inmediata como primera respuesta a una infección. En esta fase, las células se activan a través de patrones moleculares conservados y asociados a los patógenos.
La inmunidad adaptativa, caracterizada por la actividad citotóxica y la producción de anticuerpos, se desarrolla más tarde.
En esta fase, las células son capaces de responder a antígenos específicos. Para ello, el procesamiento y presentación de los antígenos son procesos esenciales.
Además, durante el desarrollo de la inmunidad adaptativa, subpoblaciones de linfocitos B y T pueden sobrevivir como células de memoria.
Tras una nueva exposición al mismo antígeno, estas células de memoria específicas de antígeno pueden movilizarse y responder rápidamente. Por lo tanto, la inmunidad adaptativa tendrá la capacidad de responder de forma más rápida y efectiva frente a aquellos patógenos con los que el hospedador ya había tenido un contacto previo.
El siguiente esquema muestra de forma resumida los actores y componentes que participan en la inmunidad innata y en la adaptativa. La inmunidad innata incluye importantes procesos tales como la inflamación y la presentación de antígenos.
Como puede observarse, el procesamiento y presentación de antígeno es esencial para un correcto desarrollo de la inmunidad adaptativa.
Como hemos visto, la inmunidad innata reconoce y responde frente a los patógenos de forma genérica y además no confiere inmunidad duradera. Por tanto, su principal característica es la capacidad de responder de forma inmediata y amplia frente a las infecciones y otros problemas o alteraciones.
Aparte de las barreras naturales, la inmunidad innata incluye componentes humorales (sistema del complemento, citoquinas, etc.) e inmunidad mediada por células.
Los componentes de la inmunidad mediada por células son: granulocitos (basófilos, eosinófilos y neutrófilos), macrófagos, mastocitos, células dendríticas y células asesinas naturales (NK por su acrónimo en inglés).
Aunque la inmunidad innata podría parecer una mera primera línea de defensa sencilla y tosca, en realidad es esencial para el desarrollo de la respuesta adaptativa.
De hecho, las señales de la inmunidad innata dirigen la activación y polarización de los cuatro subtipos principales de linfocitos T colaboradores (Th por su acrónimo en inglés), los cuales son elementos clave en la respuesta adaptativa. Puesto que los Th son incapaces de reconocer los antígenos por sí mismos, necesitan que las células presentadoras de antígeno (APC por su acrónimo en inglés) procesen y les presenten el antígeno. Las APC incluyen las células dendríticas (DC por su acrónimo en inglés), macrófagos y linfocitos B. Concretamente, se considera que las DC son las APC profesionales para la imprimación de los linfocitos T vírgenes.
En definitiva, podemos afirmar que las DC son el puente que conecta la inmunidad innata y la adaptativa.
La diferenciación y polarización de los Th está dirigida por las APC. La co-estimulación de moléculas presentes en la superficie de las APC, junto a la liberación de ciertas citoquinas presentes en el entorno inmediato de la célula, actúan como señales que dirigen la activación y polarización de los cuatro principales subtipos de linfocitos Th.
Como hemos visto, las APC interactúan con los linfocitos Th e inducen su polarización hacia uno de los cuatro principales subtipos: Th1, Th2, Th17 y linfocitos T reguladores (Treg).
Visión global de la respuesta inmunitaria adaptativa (polarización de los linfocitos Th hacia Th1 o Th2) tras el reconocimiento de un virus por las APC.
Las células presentadoras de antígeno (APC) procesan y presentan el antígeno a los linfocitos Th0. Las señales que emiten las APC antes y durante la presentación del antígeno dirigen la diferenciación y expansión de los subtipos de linfocitos Th.
La polarización Th1 produce IL-2, IFN-γ y TNF-α. Esto se traduce en la activación y diferenciación de los linfocitos citotóxicos, los cuales eliminan las células infectadas.
Los linfocitos Th2 activados producen citoquinas estimulantes de los linfocitos B, lo cual promueve la diferenciación de estos a células plasmáticas. Las células plasmáticas serán las encargadas de producir grandes cantidades de anticuerpos.
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