Actualmente, existen alrededor de 30 vacunas, algunas de ellas están disponibles solo en su país de origen.
Prácticamente todas ellas están basadas en virus atenuado (modified live virus; MLV) o en virus inactivado (killed virus; KV) para PRRSV1 o PRRSV2, con la excepción de dos vacunas de PRRSV2 basadas en subunidades. A día de hoy, las vacunas que más se utilizan en el campo son las MLV.
Desafortunadamente, las vacunas existentes tienen una eficacia limitada, ya que no otorgan protección completa y/o universal.
En general, las vacunas comerciales ofrecen una buena protección clínica y virológica frente a un desafío genéticamente homólogo. Sin embargo, su eficacia frente a cepas heterólogas es muy variable.
La industria farmacéutica y los centros de investigación dedican grandes esfuerzos en desarrollar vacunas contra el virus.
Sin embargo, las vacunas experimentales (vectores recombinantes que expresan proteínas del virus, vacunas ADN o vacunas basadas en subunidades, por nombrar tan sólo algunos ejemplos), no son capaces de superar ni las estrategias que usa el virus para escapar de la inmunidad ni el inconveniente que supone su elevada diversidad genética. Por tanto, se considera que la eficacia de dichas vacunas es como mucho equiparable a las de las MLV.
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